19 septiembre 2006

Soy la nueva cara de las cuatro

Cambio de horario, vuelta a la rutina de la jornada completa. Significa que el verano ha acabado, la chaqueta por la mañana y la sábana hasta la cabeza. Sin embargo, este año hay un cambio, un agradable cambio, a las seis estaremos de de vuelta a casa, con suerte, si no da la casualidad que todas las reuniones se aplazan a las seis o es entonces cuando urgen todos los trabajos. La ley de Murphy del día a día, que nunca es casualidad, por otro lado.

La nueva cara de las cuatro. Caminando al trabajo hay caras anónimas que ves cada día, que no recuerdas, o que te verán a ti sin tan sólo fijarse. Hago el mismo camino cuatro veces al día y no sabría decir cómo se llama la lencería de la esquina. Sí, lo miré ayer por primera vez, se llama María, como la panadería.

Nos fijamos tan poco en los tantos detalles de nuestro alrededor: la forma de los baldosines del suelo, el color de los coches aparcados, la disposición de los bancos y los árboles... Me propongo que la rutina se convierta en un descubrimiento nuevo cada día, un olor, la expresión en la cara de una persona o el olor o tacto del viento...

Un nuevo detalle para la nueva cara de las cuatro, o mejor debería decir, de las cuatro menos cinco.

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