28 julio 2006

La ley del cliente maldito


Una vez alguien dijo que el cliente siempre tiene la razón, pero ¿qué pasa cuando la filosofía de trabajo es opuestamente la contraria?

Al cliente, ni agua, la ley del mínimo esfuerzo, la desidia ante la motivación. No digo que simplemente hay que agachar la cabeza y asentir a lo que ellos digan, de hecho pienso todo lo contrario, hay que imponer la profesionalidad, educar al cliente y “plantarle cara” porque el trabajo se paga, y las impertinencias mucho más. Sin embargo, de ahí al “no me da la gana” va un gran trecho.

Lo más divertido de todo es que luego nos pasamos horas y horas en preparar herramientas de promoción propias. ¿cómo nos vendemos? ¿qué podemos hacer para tener más y mejores clientes? Pues creo que deberíamos empezar con sacar brillo de donde no parece que lo haya, es decir, hacer grandes trabajos de los proyectos que, a simple vista, parecen los menos brillantes. Somos lo que hacemos y nuestra mejor tarjeta de presentación serán unos trabajos currados, con elementos innovadores, con muestras de lo que sabemos hacer y su aplicación, con un poquito de comida de tarro para que cada producto terminado sea mejor que el anterior.

Con todo eso creo que nuestros trabajos hablarán de nosotros mismos, nuestros clientes hablarán bien de nosotros y la forma de promocionarnos será (a priori) mucho más sencilla porque partiremos mostrando nuestras “grandes creaciones”. De lo contrario creo que sólo habrá clientes insatisfechos, compañeros quemados, y lo peor de todo, estancamiento creativo.

Busquemos el equilibrio entre el cliente maldito y el interés en lo propio.

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